Aunque parece que se resiste a llegar, el frío está a la vuelta de la esquina, y resulta inevitable que tengamos que prestar atención a ciertas partes de nuestro organismo que son más sensibles si cabe cuando llega el invierno. Es cierto que no está siendo un invierno especialmente frío. Pero también lo es que se están registrando cambios bruscos de un día para otro, lo que también supone un riesgo para nuestra salud auditiva. Y es que estas variaciones de temperatura propician las apariciones de faringitis, catarros y gripe, que en muchas ocasiones acaban trayendo de la mano rinitis e incluso otitis.

En este sentido, hay que vigilar especialmente a los niños, que son los más propensos a padecer este tipo de dolencias; en estos días, los niños han de llevar gorros u orejeras a modo de protección. La higiene es también fundamental. La sencilla práctica de lavar los oídos puede ahorrarles un susto (no se recomienda el uso de bastoncillos, pues concentran aún más el cerumen) en esta época. Y no debemos descuidar tampoco otras cosas; hay que evitar, en la medida de lo posible, someter a nuestros pequeños a niveles de ruido excesivamente elevados, ya que ello puede afectar a su sistema auditivo, y ello, a su vez, afectará a su sistema del lenguaje, así como a su posterior desarrollo educacional.  Un buen oído nos garantizará una vida llena de sensaciones y de vivencias; y para nuestros hijos, aún más. #salud #audicion #oido

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