Imagínate una situación como esta: vuelves de vacaciones, regresas a la rutina del estudio o del trabajo (o ambas cosas, para más inri) y te mandan memorizar una serie de datos que tendrás que usar de forma casi inmediata. ¡¡Aargh!! -piensas para ti-, ‘voy a tener que usar la memoria, ese músculo que he olvidado en esos días de playa y fiesta, de vagancia prolongada’. Que no cunda el pánico. No olvidemos que la memoria también ha de entrenarse, y, como tal proceso, precisa de una serie de mecanismos para engrasarla. Gracias a procesos quimico-neuronales que se producen en nuestro cerebro podemos reforzar nuestra capacidad de retener cualquier información sólo con repetir ciertos movimientos, con asociar conceptos e ideas y, lo mejor de todo, con jugar con esas ideas. Eso sí, tengamos siempre en cuenta que el hecho de poseer una buena memoria no siempre es sinónimo de inteligencia; sólo la alcanzaremos si vinculamos la memoria con la capacidad de razonamiento. Vía El País#memoria #cognicion