Negar que la educación está evolucionando a medida que el mundo y esta sociedad tan cambiante es un hecho indiscutible; y negar que las nuevas tecnologías han entrado en el mundo educativo para quedarse, otro tanto. En efecto, el aterrizaje de las tabletas electrónicas en el aula acompañadas de nuevas metodologías ha provocado que se incida en las aulas sobre los cambios sociales, culturales o ecológicos que atraviesa el mundo del siglo XXI. Pero nos olvidamos de incluir entre ambas cosas la inclusión de metodologías activas y el uso del pensamiento crítico; en esta sociedad en la que no dejan de aparecer nuevas ocupaciones que obedecen a la demanda del mercado laboral actual siempre nos enfrentamos al dilema de siempre: ¿educamos para fabricar trabajadores o para fabricar mejores personas ante los retos de la vida?
Un punto de vista que comparte Laura Morillas, directora del Intef (Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado dependiente del Ministerio de Educación). La experta destaca que la tecnología no debe entenderse como la protagonista de la educación, sino un medio para mejorarla. “La clave de la enseñanza sigue siendo el desarrollo del pensamiento crítico y esa es la labor esencial del profesor. El conocimiento es ahora accesible a todos en la red, pero el trabajo del docente es fomentar que el alumno piense por sí mismo y se haga preguntas”. Por tanto, la clave está en que los alumnos aprendan a razonar y no a memorizar.
Con respecto a ese punto, ese proceso de digitalización no cuenta, en muchos más casos de los deseables, con la ayuda del estado, pues los gastos corren a cuenta del propio profesorado, así que es la propia figura del docente la que debe prevalecer para motivar al alumnado ante la falta de recursos materiales. También hay que cuidar la formación del profesorado en el uso de las TIC, pues no basta que sepan usar un portátil o una tablet, sino -y lo que es más importante- cómo sacarle el mejor rendimiento. Lo ideal, por tanto, es preparar a futuros trabajadores y mejores personas dentro del ámbito laboral y educativo con las herramientas tecnológicas que tenemos y las que están por venir; eso sí, nunca reemplazando la capacidad de pensar y de razonar.