‘Lo siento mucho, me he equivocado, y no volverá a ocurrir’. Estas palabras, pronunciadas por el Rey emérito de España, Juan Carlos I de Borbón, hacen referencia al acto de equivocarnos, situación en la que tod@s – o la mayoría- solemos caer de forma habitual y que, por el contrario, no much@s estamos dispuestos a reconocer. Pero la gran pregunta es: ¿por qué nos equivocamos? ¿Qué es lo que le pasa a ese disco duro neurálgico que es nuestro cerebro cuando no acertamos en lo que queremos pensar, decir o hacer? La clave, según Carol Dweck, Psicóloga de la Universidad de Stanford (San Francisco, EEUU), radica en una cuestión genética, en si tenemos una personalidad tendente a ser más cautos o más audaces a la hora de lanzarnos hacia nuevos retos y objetivos. Y aún hay más: ambos caracteres radican en la educación que hayamos recibido; en efecto, en experimentos realizados por dicha psicóloga se advierte que, a mayor elogio, menor es el incentivo. En otras palabras: cuando nos equivocamos, se activa una fuerte actividad neuronal para precisamente saber reaccionar ante el error y prevenirnos ante él (en la imagen, los tonos que van en rojo); por tanto, no debemos hacer del error como algo a evitar, sino como un elemento más en el proceso de aprendizaje. ‘ERRANDO DISCITUR’ (es decir, fallando se aprende), como diría aquel … #neurologia #psicologia