‘Tengo 25 años, pero no puedo emanciparme porque tengo un empleo de 6 meses, así que tengo que vivir en casa de mis padres para poder ahorrar’. Estas palabras son de Laura Otón, una de tantas y tantos jóvenes que aún pueden considerarse afortunados por tener un trabajo que, muy a su pesar, no les permite abandonar el nido familiar. Y es que las recientes cifras publicadas por el Consejo de la Juventud de España son demoledoras: uno de cada cuatro jóvenes que trabaja lo hace para ser pobre, según el último boletín del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE), que refleja que un 38,2 % de las personas de entre 16 y 29 años se encuentran en riesgo de pobreza y sólo un 19,5 % ha podido emanciparse. La precariedad del empleo -normalmente con contratos temporales de muy escasa duración y sin apenas continuidad- hace que muchos jóvenes de entre 16 y 29 años no puedan iniciar una vida adulta normal; para poder acceder a una vivienda, un joven debe(ría) destinar una media del 60% de su sueldo. Con estas cifras, España está a la altura de países como Grecia o Rumanía en cuanto a emancipación juvenil se refiere, ya que la media de edad se sitúa en España a los 29 años, frente a los 26 de media en la Unión Europea. ¿Qué razón de ser tiene el art. 47 de nuestra Constitución cuando se han cargado ese derecho que todos, en mayor o menor medida, deberíamos tener en nuestra vida? #Emancipacion#Jovenes