Nacida en el madrileño barrio de Lavapiés, murió con la sensación de no haber sido reconocida como la gran poetisa adulta a la que sólo entendieron los niños. Su estilo poético (escribía tal y como hablaba) y su inconfundible tono de voz desgarrada hicieron que la poesía fuese sacada de los libros a la calle y la convirtieron en una referencia dentro de la poesía de la postguerra y social. Este año se celebrará su centenario. #GloriaFuertes100
‘A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo’.