En el transcurso de una entrevista a un conocido periódico de tirada nacional, El Gran Wyoming llegó a decir lo siguiente preguntado por los niños de hoy en día: ‘los niños de hoy en día ya no juegan con niños, precisamente porque el juguete se ha convertido en el sustitutivo del niño’. No le falta razón. La revolución digital de principios de siglo ha repercutido notablemente en los niños y en su manera de comportarse y de interpretar el mundo que les rodea hoy en día; de entre las posibles consecuencias que podemos entresacar de esto, las más señaladas son las que se relacionan directamente con sus capacidades lectoras y de aprendizaje, así como el uso -desmedido en la mayoría de los casos- de las nuevas tecnologías, especialmente del móvil y de Internet. Son las conclusiones que se han sacado de la Cumbre Mundial de Educación, que se celebró recientemente en Doha (Qatar); pese a que esta es una generación que vive rodeada de comodidades y facilidades, también es cierto que esta también es la generación que ha tenido que soportar sobre sus espaldas los efectos de la crisis y de la ‘postcrisis’. El grado de desmotivación, pesimismo o desgana se ha traducido en un distanciamiento progresivo entre docentes y alumnos. En efecto, la media de atención en clase por alumno es de 20 minutos, algo que ha provocado que muchos docentes se replanteen la metodología de sus clases. Por tanto, según los expertos de dicha cumbre, hay que poner especial énfasis en factores en las habilidades sociales tales como la ética o el trabajo en equipo. También en que los niños han de tener una base de conocimiento lo suficientemente sólida como para poder navegar en ese campo de minas que suele ser a veces Internet, en la que muchas veces las informaciones no aparecen de forma suficientemente contrastada. Quizá sea porque en este mundo tan globalizado no cabe que los niños han de saber que, para ser grandes, nunca hay que dejar de ser pequeños. Salvemos este valor por ellos y por los que vendrán.

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